domingo, 20 de febrero de 2011

TENGO IMPULSOS HOMICIDAS

Conocéis esos días en los que te despiertas y enseguida te das cuenta que es una mala idea salir de la cama. Pues bien, hoy es ese día.

Me molesta todo, detesto todo y por supuesto, quisiera matar a todos. A mi madre, a mi perro, a mi hermano (bueno, a este siempre tengo ganas de matarlo) e incluso "al Kino". Y os digo una cosa, si tengo ganas de matar a mi mejor amigo, mejor ni te acerques a mí, porque significa que tengo un mal día, pero un mal día de cojones.

Pongo los pies en la calle y  lo primero que noto, es que que cada sonido que entra por mis encerados oídos, suena como el rechinar de miles de engranajes que hace siglos que nadie engrasa. Una molestia sin duda. Al primer sitio que me dirijo es a tomar un café al bar de siempre. Su puta madre!!! Hoy el café era una mierda. No pasa nada. Me dirijo hacia la escuela (por si no lo sabéis, me estoy sacando dos asignaturas que me quedaban de eso que llaman E.S.O. juas, juas juas) y tengo matemáticas, genial, lo que más  me apetece ahora es hacer ecuaciones de 2º grado. Dentro de mí se empieza a acumular una extraña sensación que ya había notado en alguna ocasión. Salgo de clase y me dirijo al gimnasio, por el camino me encuentro con cierto personaje que prefiero no mencionar, intercambiamos impresiones y cada cuál sigue su camino. Mi nivel de ira continúa creciendo. Ahora de golpe suena el móvil, un sms de Jose (con el que había quedado para ir al puñetero gimnasio) y me dice que no puede ir porque la picha no se le pone dura, o algo así. Desisto de ir al jodido gimnasio y me voy a tomar una caña, y sabes qué, NO PONEN TAPA. Esto no tiene perdón, que me lleven los demonios ahora mismo, pero ésto no tiene perdón. Estoy a punto de matar a alguien. Entonces aparece mi salvación, "y una mierda", es el puto "Kino" saludándome con su habitual: "¿Qué dices hijoputa?" Un saludo de lo más normal. Ya no lo soporto más, al final toda mi ira la acabo desatando con el último que llega: "el Kino", que el pobrecito no tenía culpa de nada y se me queda mirando con cara de circunstancia. Al final como es lógico, no maté a ni a mi madre, ni a mi perro, ni a mi hermano (pero a éste no lo descarto) y me acosté al final del día con un cabreo de tres pares de cojones, pero sin más antecedentes, que ya tengo muchos. Pues nada, espero que hayáis disfrutado del relato y que os den por culo. Agur

P.D. Si queréis  saber de donde saco las ideas y como se llega a  tener una mente tan jodidamente podrida como la mía, os sugiero que os aprendáis el Hare Hare Yukai. Abajo pongo un vídeo de demostración.



No hay comentarios: